#40 Valerian, un espectáculo visual (por Korbo)
Hablando con un amigo, quien sufre el flagelo de la práctica profesional en una ciudad capitalina, sobre lo sin sabor y plano de la nueva película de Star Wars, lo extraño que es ver a Mary Poppins usar la fuerza para flotar en el espacio (Como Carlitos pero con efectos multimillonarios), pero lo positivo de esta desilusionante sorpresa, es que él género de la Space Opera no nació y tampoco muere con las intervenciones de Disney, que sacan de contexto escenas dramáticas con chistes sin razón de ser para acercar la saga a un público "nuevo y joven".

Así es como dentro de este género aparece una película que pasó sin pena ni gloria por las polvorientas repisas del ñoño "nuevo y joven". Valerian and the city of a thousand planet, basada en la serie de bandes dessinées (tiras cómicas en las tierras donde el mal olor se escode en perfumes, también conocida como Francia) creadas por Pierre Christin, Jean-Claude Mezieres, y la colorista Evelyn Trani, la historia sigue las aventuras de Valerian y Laurine, dos jóvenes pero experimentados agentes del espacio cuya misión es descubrir y acabar con una peligrosa amenaza que pone en riego a Alpha, una evolucionada ciudad galáctica multirracial (por que no solo en Disney los mexicanos llegan al espacio, guey).
El Perfeccionismo Visual
Desde la primera escena Luc Besson, director la aclamada cinta The Fifth Element (1997), nos muestra una secuencia de la formación de Alpha, la ciudad de los mil planetas, al ritmo de Space Oddity de David Bowie, para llevarnos a un viaje alucinante a rincones impresionantes de una Galaxia situada a siglos de lejanía. Una variada galería de planetas habitados, interminables especies y culturas espaciales que conviven con la raza humana, ecosistemas oníricos y tecnología futurista que ni después de probar ácidos hubieras pensado en ellos, sin dudarlo, una sello registrado del director. Y es que esto es el fuerte de la película, una fotografía y diseño de arte cuidadoso.

Una química inexistente
En el momento que una película nos presenta una historia amorosa entre los protagonistas, es necesario presentar química entre los personajes que la cuarta pared se rompa y el espectador se sienta parte de esta historia, en este caso los personajes representados por Dane DeHaan (The Amazing Spider-Man 2) y Cara Delevigne (Suicide Squad), con la cual debo reconocer que tenía un especial miedo después de ver su personaje de Enchantress, pero aun así le perdono todo, que nos hacen recordar la historia de amor de Han Solo y la princesa Leia, dos personalidades diferentes que se atraen sin darse cuenta, pero en este caso no funciona, la tensión es inexiste y no se ve una construcción de personajes, estos no se ven afectados por lo que les sucede, ni su entorno, incluso en los capítulos de los Simpson entre la relación de Lisa y Nelson pasan cosas en el entorno (Pobre Milhouse), finalmente solo existe un avance gracias a la seducción natural de Rihanna en un papel desvanecido.

El pecado de llegar tarde
Valerian cometió el mismo error que otra película de comics antiguos, Jhon Carter Entre dos mundos (2012), historia escrita por Edgar Rice, el mismo de Tarzan y los monos. Son dos películas que llegaron mucho después de lo que debían, estrenadas en un momento donde vender una galaxia diferente a los sables de luz y errores de continuidad es una tarea casi hercúlea para fanáticos nuevos y que sin darse cuenta influencia a un género completo. En el caso específico de Valerian & Laurine fue tal su influencia que fue la base para muchos de los conceptos de la ciencia ficción y en especial para Star Wars, película la cual su propio director siempre se asumió como fan de la saga y cuyas referencias son claras, tanto que caen en el plagio.
Puntos Finales
Si bien la cinta no se aleja de estereotipos (algunos de los cuales crearon) y la historia queda corta en provocar un discurso controversial como si lo intenta la tira cómica que se basa, es se vuelve poco importante con el nivel de producción y elegancia que Luc Besson prioriza. La cinta es subvalorada por la crítica, es un viaje psicodélico, un espectáculo visual por un futuro espacial donde la aventura, la tecnología y la multiculturalidad nos invitan a quedarnos, y esperar una próxima entre. Pero lo importante es que sin lugar a dudas para los que disfrutan el sub género de la Space Opera, es un film que vale la pena verlo y en la pantalla más grande posible.
- Korbo, un simple simio.