#91 Espías, Elton John y drogas, ¿qué puede fallar?
Imagínense
por un momento una fuente de soda gringa de los años 50, de esas medias
plásticas donde la gente de color no podía entrar y los homosexuales no podían
coquetear con el mesero por su pie de manzana, a un hombre que contempla con
pánico una buena Burger que le acaba de servir una sonriente mujer con unos
cuantos años encima. Solo para abrir su apetito, piensen en una Burger jugosa
que al cortarla chorrea jugo, unas torrejas de queso, tomate, lechuga y
cebolla, todo esto en un pancito suave como una nube con toques de sésamo, ¿rico
cierto? Pero a nuestro comensal no le parece así, tiene un sudor frío en la
frente y tal vez en otras partes del cuerpo que no son necesarias especificar,
la come pero intenta aguantar las ganas de vomitar. ¿Cuál será el problema?
¿Qué es lo que tiene el negro? ¿Será vegano? ¿Celiaco? ¿Intolerante a la lactosa? ¿Social justice Warrior? ¿Su por
si la pongo? Lamentablemente la respuesta no está en él, sino en la
moledora de carne y las dos piernas de traje y mocasines brillantes que salen
desde ella. Un tono de humor, que bordea lo burdo y la parodia, un límite algo
borroso y fácil de sobrepasar. Pero bueno esto es Kinsgman: The Golden Circle; la secuela de una película que renovó
un género dominado por un británico bueno pa' los Martini que desde Casino Royal su imagen es sinónimo de
espionaje.

Si algo está claro es que a Matthew Vaughn, a quién ya conocimos por Kick Ass, es que si hay algo que lo motiva a hacer cine es un humor negro mezclando buenas escenas con algo de gore, mucha acción y cámaras lentas para apoyar una gran coreografía. Durante el 2012, Mark Millar y David Gibbson publicaron "The secret Service" un cómic repleto de muerte y destrucción contadas con una gracia que mezcla las aspiraciones de clase con secuestros de famosos, como el buen Mark Hamill. Un diamante en bruto para Vaughn que en cortos dos años la llevo el cine y nos dios una nueva oportunidad para ver a Samuel L. Jackson actuando de sí mismo.

Una de las grandes gracias de las películas de Kingsman es mostrarnos un problema que dependiendo del punto de vista es bueno o malo, si en la primera el malulo buscaba acabar con el cambio climático de una manera que incluía un buen genocidio, en esta una gran Julianne Moore busca acabar con la injusticia de un mundo que permite el alcohol y el tabaco como legales pero a la vez sataniza la venta de falopa, cocaína, heroína, crack y muchas otras drogas que deberían probar. ¿Bajo qué criterio?, no sé, pero todo depende de quien lo mire.

Nuestra malula de turno, que cabe decir que se mandó un Pablo escobar con Perales pero de mayor calidad, manteniendo secuestrado a Elton John obligándolo a actuar para ella, pensó un plan infalible para legalizar las ventas de droga: alterar las drogas para producir un virus letal y obligar al presidente de los Estados Unidos a legalizar las cosas y conseguir el antídoto para salvar a los drogadictos del mundo, algo que le viene perfecto para un moralista promedio.
Así que los únicos que quedan para salvar el mundo, son ellos, los espías de la agencia Kingsman de Londres, caballeros con una facha que ningún vendedor de autos usados puede lograr, pero bueno como siempre pasa algo, pasó algo un poco piolita que obligó a Egsy (Taron Egerton) y Merlin (Mark Strong) a viajar a Estados Unidos con una botella de Whiskey como pista, para encontrar a sus homólogos gringos y muy gringos, que nos llevan a chistes comparativos entre británicos estirados y vaqueros alcohólicos escupe tabacos.
Pero bueno, volvamos a lo nuestro y los planes que se vienen para detener a Julianne Moore, cada uno más gil que el anterior, entre ellos el menos indicado en los tiempos modernos que consiste colocar un rastreador que solamente puede acoplarse en las mucosas vaginales de la hermana mayor de Cara Delevigne.
En esta oportunidad es más difícil sorprender, ya sabemos cómo hacen las cosas Egsy, pero aun así mantiene la dosis de frescura, subversión y descaro. Sin perder una trama heredera del agente 007 mezclada con una puesta en escena salida de las páginas del comic, entretenida ciertamente, muy bien coreografiada y con un reparto de secundarios de lujo: Colin Firth, Jeff Bridges, Channing Tatum, Halle Berry y Pedro Pascal, entre otros. Pero la perfección no existe y una duración que a ratos se siente excesivo y personajes secundarios que parecen más cameos que personajes de la trama. Aunque definitivamente una autoparodia de Elton Jhon en un ataque de divismo y mala leche nos regala un escena realmente que cuesta olvidar y suma muchos puntos para entretener a nuestro comensal. Una buena entretención pero yo le pondría menos queso y pepinillos a esta Burger.
Detalles técnicos
Director: Matthew Vaughn
Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn
Reparto: Colin Firth, Julianne Moore, Taron Egerton, Mark Strong, Halle Berry, Elton Jhon, Channing Tatum, Jeff Bridges, Pedro Pascal.
Duración: 141 minutos.
Año: 2017
- Korbo, un simple simio.